viernes, 5 de marzo de 2010

El ingenio de la sazón

Todos sabemos que la comida de nuestra tierra es más rica que ninguna. Nadie me puede refutar o, bueno, eso es lo que pienso. La sazón, el aderezo, los condimentos, absolutamente todo hace que los platos peruanos tengan ese "no se qué" que atrae a los paladares del mundo. Suerte la nuestra que accedemos a ella ya sea en restaurantes de lujo o en una simple carretilla. En particularidad no tengo problema si como rodeada de miles de tenedores, que para ser sincera no logro entender cual es el orden en que se debe de usar , o comer con la mano que para algunos es lo más común o tal vez lo más rico. Cada quien con su estilo.
Caminaba por las calles del distrito de Los Olivos a eso de las ocho de la noche con un hambre increíble, mis estómago sonaban a más no poder, necesitaba comida de una buena vez porque no había almorzado y para mi no almorzar implica mal humor, sueño y dolor. Buscaba como loca un lugar donde vendan las clásicas hamburguesas enormes que te dejan empachado pero feliz y un buen vaso de chicha helada. Mire de un lado a otro, seguí caminando hasta que por fin llegue a la famosa carretilla de la tía Yolanda (aveces suelen llamarla "tía veneno" pero hasta ahora no he muerto, así que la dejamos con tía Yolanda). Ella prepara pan con lomo saltado, pan con chicharrón y ésta vez me impresionó con su nuevo plato gourmet: patitas broster a solo un sol. Ya no ya, la tía rayaba con sus patas de pollo bien peladas y sasonadas.
A simple vista no me atraía, la seño me miraba burlándose de mi cara de asco y decidió invitarme una patita quizá para seguir burlándose de mi, quien sabe. Cogí con nervios el famoso bocadito gelatinoso, lo dirigí a mi boca tratando de no comer la uña y sin respirar lo probé. Nada mal. Estaba rico, no sabia a nada extraño, parecía un pollo chicloso. De la nada se escucho: Seño, un plato para llevar.
Me fui a mi casa, lleve ese plato para que prueben y nadie quiso. No sabes de lo que se perdieron.Más patitas para mi.
Lo que me sorprende es el ingenio que tiene la señora para lograr ganar dinero de una forma extraña como vendiendo esas peculiares patitas que algunas personas ni las pueden ver ni mucho menos comer. El peruano tiene el don del ingenio, la necesidad nos hace creativos y como tal debemos de aprovecharla al máximo. La seño Yolanda es un ejemplo de negocio, no será compuesto por gente enternada o bien al sastre pero a su forma gana su capital y así se mantiene fiel a la carretilla del sabor.



2 comentarios:

  1. Bien ah! ¿Cuándo me invitas esas patitas broster?...Y yo te llevo a comer 3 palitos de anticucho por un sol en el Callao jaja

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